¿Quién quiere que haya falsos autónomos?

 

Agradezco los comentarios de todo tipo, siempre que vaya por delante el respeto a una forma de pensar distinta. Dan pie a profundizar en los temas que nos preocupan a todos. Así, Miguel Benavent de B. en una respuesta a mi post de hace 3 días sobre los falsos autónomos, me recuerda que “no deberíamos obviar que hay también muchos falsos autónomos creados por las empresas desde que ha empezado la crisis y que también es ilegal, lo que me parece más grave porque el Gobierno lo consiente. Detrás de los «nuevos» falsos autónomos y la precariedad laboral que propiciarán las nuevas plataformas están también los jóvenes emprendedores, «buscavidas» y parados de larga duración, que no tienen más remedio que aceptar esta «irregularidad» para subsistir, dada la excesiva cuota de la SS que se paga en España”.

Por supuesto, estoy de acuerdo con él y creía haberlo dejado claro en lo que escribí. Pero sus palabras me llevan a razonar un poco más sobre dos puntos concretos que pienso que son muy importantes. Uno es la permisividad que cita del Gobierno ante este atropello. La pregunta es ¿hasta dónde llega esta permisividad?, ¿hasta qué punto forma parte de una estrategia de “mal menor”? Para mi, la respuesta debe ser muy parecida a la que nos podemos plantear con la economía sumergida. Nadie sabe cuánto supone, pero quienes se dedican a eso la sitúan entre un 20 o 25% de la actividad del país. Pienso que si no se va más allá es porque se insiste en ver como un “mal menor”, que más vale tener a gente en la oscuridad trabajando en negro que tenerlos en el paro sin posibilidad de encontrar trabajo. Muchas empresas sin esta autorebaja en los costes no sobrevivirían. ¿Es injusto? Totalmente y además se hace una competencia desleal a quien está en la ley. Y hasta aquí puedo llegar.

Con los “falsos autónomos”, salvando las distancias, creo que pasa algo parecido. Se ha hecho la vista gorda durante la crisis para frenar el crecimiento del paro. No es que se haya descubierto y aplicado este sistema en la crisis, pero se ha acentuado. Antes de la crisis la relación entre autónomos y afiliados al régimen general era algo inferior al 22% y en el pico laboral de la crisis era de casi el 24%. Por un lado, explicaba en el post de hace 3 días que los autónomos tienen más resistencia a la crisis, pero también su número cayó menos (un 11% frente a un 20%) porque se crearon “falsos autónomos”, aunque no sabemos cuántos.

El otro punto es el de los que no tienen más remedio que aceptar la oferta que les hace una empresa: o falso autónomo o nada. Eso es así, sencillamente, porque tenemos una reserva de parados enorme, brutal. Y son muchos los empresarios sin escrúpulos que sacan tajada de la situación. A ello ha ayudado la política de devaluación competitiva -rebaja de salarios- que hemos llevado a cabo al no poder devaluar la moneda para salir de la crisis. El Gobierno, fomentando esta política de rebaja salarial, sabe no puede cerrar al mismo tiempo todas las vías de escape que ineludiblemente llevarían a una explosión del sistema.

En la profesión que más conozco, la de periodista, hay titulados freelance que están escribiendo artículos para publicaciones por 5 y 10 euros. Así se destruye una profesión, pero a quien paga ya le va bien y se supone que quien acepta es porque está absolutamente necesitado. De aquí, que muchos falsos autónomos no estén satisfechos ni mucho menos y a menudo renieguen de su situación laboral… pero saben que la alternativa es la nada y eso es aún peor. Eso es así y hay que verlo desde esta óptica.

Por ello, una vez vamos superando la crisis, sería necesario que la inspección de Trabajo metiera mano de forma más decidida en el asunto. El gran riesgo es que se enquiste este modus operandi que a la larga es un desastre para la sociedad. Y no olvidemos que esta relación ilegal hoy tiene a dos aliados de primera magnitud: el nuevo trabajo que generan las plataformas digitales y la corriente de actuación que prima la externalización de trabajos dentro de la empresa para ahorrar costes.